Na beira do Lete

... alampan os recordos todos, como brasas atizadas polo vento da morte.

7 de outubro de 2006

Fotos

Recuerdo con enorme nitidez la última vez que visité mi escondite. Recuerdo el sol llameante, escurriéndose entre las ramas de los árboles, y la tierra vacía, en sepulcral silencio.



















Mis mejores recuerdos no están en fotos. Hace pocos años que se ha generalizado el uso de máquinas registradoras de imágenes. Casi todo el mundo tiene una cámara de fotos o de vídeo digital, pequeña, fácil de llevar y con capacidad infinita. Por desgracia, sólo graban imágenes.

Creo que, si hubiese fotografiado aquella puesta de sol, me la habría perdido para siempre. Nada habría quedado de ella si se hubiese perdido en un disco duro con otras quinientas mil imágenes, todas ellas reliquias de un tiempo imposible de rememorar.

Y aún atinando con ella por casualidad en el abismo de archivos, no vería más que las briznas de hierba, una a una desplegadas sobre el campo; la infinitud de la materia, llena de imperfecciones, terriblemente prosaica. Y el sol diminuto, como un motivo anecdótico dentro del cuadro.

El que se baja del bus cámara de vídeo en mano no mira; delega su posibilidad de mirar en un aparato incapaz de rentabilizar las sensaciones al nivel de un ser humano, porque el aparato no siente; delega su capacidad de recordar en el material que ha registrado, porque espera hacerlo más cómodamente sentado en un sillón frente a una pantalla; aspira a meter toda su vida en unos cuantos cientos de discos.

Pero para visualizar todos esos discos haría falta, al menos, el mismo tiempo invertido en grabarlos y, en el mejor de los casos, sólo nos recordarán que mientras la vida discurría nosotros grabábamos.

Imagen: Vincent van Gogh, Campo de trigo y sol naciente

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