En el preciso instante en que el agua caliente se estrella contra la piel seca, un rodoble estremece todo el organismo y los músculos resucitan de la anestesia. El cuerpo vuelve a existir para bien, y sus superficies sensibles se reconcilian con el medio. Las constantes vitales recuperan la normalidad. Qué fantástica noche, y aún va por la mitad. Me voy a la cama.
11 de outubro de 2008
Subscribirse a:
Publicacións (Atom)