«A principios del siglo XIX se reconoció que estaba cambiando la posición de la pintura del paisaje. (...) Una escena apacible, con agua en primer término reflejando un cielo luminoso y realzada por unos árboles oscuros, era algo que todos estaban de acuerdo en encontrar hermoso, lo mismo que, en época anteriores, habían estado de acuerdo acerca de un atleta desnudo o acerca de una santa con los brazos cruzados sobre el pecho. En cuanto a un extenso panorama, se ha operado un gran cambio desde que Petrarca subió al monte Ventoux y, a excepción del amor, posiblemente no hay nada capaz de unir a gente de toda clase tanto como el placer de una buena vista.
Es generalmente cierto que todos los cambios o ampliaciones del gusto popular tienen su origen en la visión de un gran artista o grupo de artistas, que es aceptada a veces rápidamente, a veces gradualmente, y siempre inconscientemente, por el espectador profano. El gusto popular por el paisaje surgió por causas complejas, y se impuso a causa de los esfuerzos de numerosos pintores de segunda categoría. Puramente como imágenes populares, las pinturas de Calcott, Collins, Pickersgill y otras mediocridades son durante mucho tiempo tan importantes como las de Constable. En contraste con la afirmación de Gainsborough de que no valía la pena pintar un solo paisaje fuera de Italia, Constable dijo que su arte podía encontrarse debajo de cualquier seto. (...)»
Imagen: John Constable, El carro de heno