La única vez que se abrieron las puertas al público, el camino adoptó unas galas deslumbrantes e insólitas: todo a lo largo se colocaron muchos arcos de mimbre entrelazados de guirnaldas y en su base cestas llenas de flores y caramelos.
Por allí entraron camareros, panaderos, pasteleros y floristas, carros surtidos de manjares y de vino, y finalmente una procesión de invitados de toda la comarca y de más allá, prontos a comprobar la resistencia del piso de la torre.
Todo ello para recibir, con su cortejo, al pretendiente de la hija del señor, un caballero tan rico como cruel, que por la tarde recorrió con la novia los arcos del camino de vuelta, y en cuyo recuerdo se sustituyó la dehesa por una plantación de 624 pinos perfectamente alineados a razón de 39 por 16 el lado.
*Imagen: Hermanos Limbourg, Las muy ricas horas del Duque de Berry, mes de agosto (ca. 1412-16)
31 de marzo de 2011
La boda (fantasía histórica #2)
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