Na beira do Lete

... alampan os recordos todos, como brasas atizadas polo vento da morte.

8 de marzo de 2009

Elogio del recuerdo

«Esa dicha de la contemplación sin volición es finalmente la que dota de un encanto singular a lo pasado y lo lejano, y por medio de un autoengaño nos los presenta revestidos de una luz tan embellecedora. Al recordar los días de un pasado lejano vividos en un lugar distante, son sólo los objetos lo que nuestra fantasía evoca, y no el sujeto de la voluntad, que, entonces como ahora, llevaba consigo sus penas incurables; pero éstas están olvidadas, pues desde entonces ya han dejado lugar a otras. La contemplación objetiva actúa en el recuerdo como actuaría en las cosas del presente si nos propusiéramos entregarnos a ellas libres de la voluntad. Ésta es la razón de que, especialmente cuando alguna necesidad nos inquieta más de lo habitual, el recuerdo repentino de escenas del pasado y de lo lejano se nos aparezca como un paraíso perdido.(...)»

Arthur Schopenhauer,
El mundo como voluntad y representación

Madrid: Akal, 2005

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5 comentarios:

Carlos dixo...

En los tiempos posmodernos que vivimos, la atomización de la sociedad, es decir el hecho constatado de que el individuo se anteponga a la sociedad he generalizado el uso del olvido. El olvido como herramienta de Narciso para descontextualizarse, el olvido como protección, el olvido como actitud. Nunca como ahora el pasado ha estado más desconectado de la vida de los individuos.

Lo que me gusta de la orilla de Lete es su insistencia en preservar el recuerdo y la historia, una actitud anacrónica pero quizás necesaria.

Un saludo.

Anónimo dixo...

Hola Juan,el recuerdo,qué se puede decir del recuerdo.Te puedes pasar la vida pensando que los momentos pasados siempre seran los mejores,pero no es así,aunque cueste creerlo.A mí,que me gusta conservar cosas del pasado para ayudarme a recordar ciertos momentos y que no caigan en el olvido...me encanta este blog.Voy a seguir leyendo.
Un beso,
Mar

Anónimo dixo...

Siempre que leo algo como "nunca como ahora" se activa un resorte en mi memoria y pienso en la frase de Cicerón: "Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros". No creo que todo tiempo pasado haya sido mejor, ni siquiera creo que haya sido diferente en lo esencial.
Sobre la memoria, me interesan más sus mecanismos sutiles que deben favorecer la autoconservación, pero sustentadas en un equilibrio tan frágil (los problemas emocionales no son cosa de la posmodernidad, sino de la superación de los conflictos de mera supervivencia) que a menudo lo que consiguen es justamente lo contrario de aquello que pretenden.

Agurdión dixo...

Aunque lo he titulado "Elogio del recuerdo", desde un punto de vista vitalista se desprendería una lectura muy negativa de este fragmento. Principalmente porque es una forma de desprestigiar el presente. En vez de salir perjudicado el recuerdo por traicionar la fuente original, sale victorioso, porque libera a la experiencia de las idas y venidas de placeres y dolores, es decir, del presente, del sujeto. Sea cierto o no que la libera, el hecho es que la filosofía pesimista suele describir la experiencia estética (el embobamiento que provoca la belleza) en términos de disolución del yo en el objeto. Esta concepción estética aplicada al arte se traslada literalmente al acto de recordar. El pesimismo radica en que el ataque al presente esconde un ataque a la vida, un impulso mortal. No nos trae la feliz noticia de que en el presente podemos hallar aquello que luego un dia admiraremos; sino algo mucho peor: nos propone contemplar cada instante como si no fuese nuestro, como su hubiese pasado hace cien años.

Mery dixo...

La madurez en el individuo tiene esos efectos: el pasado, la niñez, se recubre de una patina de seda, donde las angustias vividas ya no son tales. Todo lo evocado es bello...
Bueno, es un resorte muy humano para hacernos felices cuando lo necesitamos. La vida sería terrible si no recurriéramos a estos trucos.

Un abrazo

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