Na beira do Lete

... alampan os recordos todos, como brasas atizadas polo vento da morte.

2 de marzo de 2008

El paragüero-afilador

Un domingo cualquiera, a las once de la la mañana, aparece por la calle un tipo vestido de azul, con un chiflo y una bicicleta: ¡el paragüero-afilador! Un trino gracioso con el chiflo y una voz enérgica, convencida: ¡el paragüero-afilador! Decía mi abuela que los paragüeros-afiladores venían todos de Ourense, y yo me pregunto si éste no se habrá perdido al volver, caminando solo por la acera desierta, los coches pasando: ¡el paragüero-afilador!

Entonces, mi madre me dice que este paragüero-afilador no debe de ser de Ourense, porque aparece los domingos si hace sol. Parece que a mi madre le hace ilusión, a juzgar por lo alterada que se ha puesto; le recuerda los tiempos remotos de la aldea. Intenta disimular: especula con que lo haya puesto el ayuntamiento para que no se acabe la profesión, y sospecha que le iría mejor el negocio por el campo, donde aún hay hoces y guadañas.

Pero, narices, allá al final de la calle baja un tipo con un artilugio apenas parecido a un paraguas, y otro con un cargamento de navajas para afilarlas todas. El paragüero-afilador se sube en la bicicleta y empieza a pedalear, rin-ran-rin-ran, haciendo girar la piedra de afilar, afilando lleno de razón. Allí se tira un buen rato con la faena, y cuando termina vuelve con el chiflo, y desaparece calle abajo: ¡el paragüero-afilador!

4 comentarios:

Mery dixo...

¡ Qué rica tu madre! Sólo por verla feliz y memoriosa merece la pena que haya pasado el afilador.
Un saludo. Mery

lukas dixo...

A lo mejor esa imagen se corresponde con la que yo recuerdo de la infancia, y que todavía pervive, la del afilador, en este caso un gitano con una motocicleta preparada para tal ocupación, y con la sempiterna armónica y esa melodía inolvidable, la verdadera banda sonora de los tiempos idos. También recuerdo al hombre que pasaba por la calle donde jugábamos a la pelota y demás juegos ya olvidados, con sus barquillos, mi madre no me compraba ninguno, ¡me quedé con las ganas! Qué tiempos...

Anónimo dixo...

Por el camino de mi casa también pasaba "o afiador". Pero no sólo cuando era pequeña, también a mis 23 años. De vez en cuando venía "o pañero" o "a chavala retrasada das figuritas". Venían por mi abuela, cliente habitual. Mi abuela se murió hace año y medio, y se llevó con ella todo eso. Ahora sólo pasan el de correos y el de la luz. Ya nunca hay nadie en casa para recibir nada, ni siquiera paquetes.

Madame X dixo...

Por aquí aún pasa, de tanto en tanto, el afilador... a mí me hace ilusión oirle. Nunca he recurrido a él, pero me gusta saber que existe.

X

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