Na beira do Lete

... alampan os recordos todos, como brasas atizadas polo vento da morte.

13 de decembro de 2008

La puerta

Se entraba por un camino recóndito, situado en el final mismo del océano, a través de una cala ceñida por acantilados de roble. El portal era un paraje lleno de asimetrías, un atrio caprichoso armado por piezas irregulares. Los muros, el sendero y las ramas se entrelazaban en un espasmo casual y transitorio y la mirada era guiada al calor de las formas particulares, de los pequeños sucesos.

El buzón: era toda una novedad; antes el correo se recogía muy lejos, cerca de la carretera. Ahora podía recogerse allí, a las puertas, colgado con alambre de un árbol, en una cajita metálica con el dibujo de una corneta de posta.

La tumba:
a los pies del árbol que sostenía el buzón crecían los helechos y, entre ellos, en algún lugar, estaba la tumba de un perro. Se había muerto allí, escondido entre el matorral, y durante largas temporadas inundó el lugar de pestilencia, hasta que se desintegró entre varias capas de hojas secas.


La piedra:
el sendero estaba flanqueado por paredes toscas de granito levantadas a hueso, pequeños murillos de pedruscos apilados intuitivamente, que con el tiempo se despeñaba
n, se esparcían por el suelo y bloqueaban el paso. Cuando esto sucedía, había que detener el coche, bajarse, coger la piedra entre las manos y apilarla de nuevo intuitivamente en algún recoveco del muro.

Los dinosaurios:
del otro lado del muro y mezclada con el bosque, emergía de la tierra una comunidad de grandes rocas grises y peladas, de las cuales la mayor de todas invadía parte del camino con una gran concavidad que había sido, según mi padre, el lecho de un dinosaurio.


La coda: la única vez que vi un zorro de verdad fue en aquel lugar. Era un cuerpecillo naranja erguido entre las peñas, el semblante afilado y el rabo peludo, que se quedó mirando a nuestro coche como un animal de safari, hasta que las ramas lo ocultaron.

Imagen: fotograma de El viaje de Chihiro (2001), de Hayao Miyazaki.

2 comentarios:

Anónimo dixo...

É una película moi fermosa, pero prefiro "A princesa Monoke", moito más vitalista e cargada de máis simboloxía. E a banda sonora é simplemente marabillosa.

Patri

Pablo Ordás dixo...

Dear John, what te voy a contar. A veces, en las descripciones del buzón me parece estar leyendo a Steinbeck en aquellos maravillosos pasajes de Las uvas de la ira, que me transportaban a la América de la Gran Depresión -a ver si sigue mereciéndose el epíteto después de la crisis que estamos viviendo- y a los guiones de Dashiell Hammett para el cine negro, cargados de realismo.
Se echa en falta este tipo de sinceridad en la literatura actual, por eso siempre acabo volviendo a Salinger, que con 4 obras publicadas es mi referencia literaria por excelencia.
Saludos, y felices fiestas. Desearlo no cuesta nada.

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