En el silencio de una noche de insomnio, temerosos y tiritantes, podemos escucharnos por un momento a nosotros mismos. Si estamos atentos, podemos oír en las paredes y resolver el misterio de nuestra vida. En ese preciso momento, todo lo que existe en el mundo se reduce a nosotros, al hormiguero de sensaciones que nos repican en la piel, en la boca, en los oídos; a la sangre que nos irriga cada músculo, cada pensamiento. Como si fuese un pedal cavernario, podemos escuchar el furioso redoble de la carne, el atronador acorde de nuestra simple existencia.
Imagen: momia peruana. Se cree que esta figura, mostrada en 1889 en la Exposición Universal de París, pudo servir de inspiración a Edvard Munch para la realización de El grito (1893).
5 de abril de 2008
La primavera (II)
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4 comentarios:
A eso se le llama el retoñar de la vida.
Desde luego, la momia tiene un asombroso parecido con el grito de Munch.
Venía a decirte que tienes algo para ti en mi blog.
Un abarazo primaveral y dominguero.
X
Decía Wilde en su más famoso retrato, me imagino que intoxicado y abrumado por la juventud y la belleza de su amado Bosie, que si un hombre trata la vida artísticamente su cerebro está en su corazón.
Cuando te leo, me inunda esa sensación. Ahora me hace falta sentirla cuando te escucho (a ver cuándo nos vemos).
Qué malo es el insomnio, por cierto, por muchos elogios que le hiciera Cioran, y es que el sueño es muy necesario, las ocho horas de rigor...
Me encantó tu post anterior, pero no estoy de acuerdo en todo lo que dices. Si te parece lo discutimos con una cervecita y unos pasteles. Falamos.
Sifueraamarillo.
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